viernes, 18 de mayo de 2012

El muñeco de porcelana



La cabeza le daba vueltas había bebido mas de lo que sus cuerpo aguantaba. David sabia que tenia que despejarse, no podía continuar así. Miraba a su alrededor y solo oía voces. La música estaba demasiado alta, casi sin pensarlo tomó la determinación de salir sin decir nada a nadie. De todas formas no sabia muy bien porque había ido a la fiesta. Recordaba vagamente que en el trabajo alguien le invitó . Su soledad a veces le obsesionaba desde que María le abandonó por aquel oficial del ejercito. Decidió que iría ,los aires de la playa le vendrían muy bien pensó.

Salio del local y atravesando el paseo marítimo comenzó a pasear. La brisa le reconfortaba. En un momento miró la arena sintiendo un irrefrenable deseo de pisarla, se quitó los zapatos y los calcetines se subió un poco el pantalón y comenzó a andar en dirección a la orilla. En el largo trayecto observó como un pareja se abrazaba con pasión bajo las sombrillas de esparto. Miró de reojo con una cierta envidia. Oía las olas muy cercanas le relajaba el sonido del mar.Notó como  las olas le mojaban los pies.En el cielo las estrellas se mostraban como hacia tiempo que David no lo recordaba, vió como la luna parecía salir del horizonte.


Había cumplido cincuenta años la semana anterior, pero nadie se acordó. Desde que se casó con María había dejado de lado a sus amigos y su vida anterior para evitar contrariarla. Era muy posesiva y manipuladora ; David simplemente la quería, hasta aquel día que le dijo sin mas palabras, adiós. Lo paso mal, muy mal, llegó a obsesionarse de tal manera que estuvo a punto de perder el trabajo. Su autoestima estaba por los suelos.

Andaba muy despacio sintiendo las húmedas olas en sus pies,. Después de un rato de paseo su mente comenzó a despejarse. Pasó junto a unas cañas extendidas, los pescadores estaban tumbados en unas hamacas charlando animadamente. Observó como la bruma comenzaba a ocupar la playa, era una sensación extraña. Continuó andando. Por un momento solo alcanzaba a ver sus pies, la niebla continuaba avanzando veía como  las luces del paseo se diluían  poco a poco. Pensó en dejar el paseo aunque la sensación placentera de la niebla en el rostro le animaba a seguir. En un momento y casi sin darse cuenta tropezó con algo cayendo de bruces  sobre la arena.


- Mierda, exclamo David.


Se levantó rápidamente. Observó que había tropezado con una especie de caja de madera negra; la observó tanto como la niebla le permitía en la oscuridad. Al tacto se apreciaban  unos adornos cincelados sobre la oscura madera, le pareció interesante. Pensó que el mar le había hecho un regalo. Decidió llevársela para observarla mas detenidamente a la luz de las farolas del paseo.


Cuando llegó al borde de la playa se sentó sobre un banco y mientras observaba la caja se sacudió la arena de los pies y se calzó los zapatos. La caja estaba prácticamente nueva, la madera parecía por su color negro, ébano. Mientras quitaba la arena pegada sobre la caja pensó en que seguramente se habría caído de algún barco, un crucero, de los tantos que pasan por estas costas, probablemente  las mareas la habrían depositado en la playa. Cuando hubo retirado la arena, observo la belleza de la caja. Justo en el centro y en relieve bien torneado se apreciaba  la cara de un niño y unas letras, "IVAN". Después de darle varias vueltas intentó abrir la caja pero la verdad, no pudo. Estaba tan excitado con su hallazgo que había olvidado donde estaba y comenzaba a hacer frio. 


Ya en su apartamento David había eliminado los restos de arena muy exhaustivamente. Miraba la caja con detenimiento. A su entender le parecía una verdadera obra de artesanía, aparentemente  muy antigua. En la parte posterior de la caja y  en relieve, sobresalía   un escudo de armas con un águila bicéfala  , las garras extendidas en el centro y rodeada de un círculo con unos caracteres cirilicos inelegibles para David. 


En el exterior rodeando estos caracteres trece círculos. En cada uno de los círculos se apreciaba claramente un dibujo diferente, una cruz ortodoxa rusa , un dragón, un perro, un oso y así diferentes animales y otros motivos de guerra y caza,  era una verdadera belleza de relieve.  Pasaba los dedos por las diferentes figuras para apreciar la belleza al tacto. Justo al pasar por la cruz esta se hundió un poco produciéndose un leve  chasquido. Dio la vuelta a la caja y observó que  se había abierto , subió la tapa con excitación . A sus ojos apareció un hermoso muñeco de porcelana con gorro y chaquetilla de cosaco. No estaba mojado y aparentemente estaba en perfectas condiciones,. Junto al muñeco un libro encuadernado en piel en el que se podía apreciar la palabra "Álfar" . Abrió el libro y comenzó a pasar algunas paginas. Observó que había muchas imágenes de personas de diferentes épocas. No daba crédito a lo que veía le parecía un hallazgo extraordinariamente bello.  Los ojos, negros como el azabache  y el color sonrosado de sus mejillas  conferían al muñeco  un aspecto tan real que a David le parecía que de un momento a otro comenzaría hablarle.


A la mañana siguiente, David  se levantó con una enorme resaca, le dolía la cabeza. Instintivamente buscó con su mirada  la caja, tocó la cruz y la abrió mientras se tomaba la humeante taza de café. Miró a los ojos del muñeco durante un largo instante como hipnotizado, de pronto unos golpes en la puerta del apartamento le sacaron de sus pensamientos, dirigiéndose a la puerta la abrió.


- Lo  siento David tienes que pagarme el alquiler son ya ocho meses,. Es el ultimo aviso si no me pagas tienes que dejar el apartamento.


- Hola Horacio, lo se, tengo algún problema pero no te preocupes hoy te pagaré seguro, le contesto David al dueño del apartamento, un pequeño hombre con gafas,  calvo  y con cara de avaro.


- Eso me dijiste la semana pasada y la anterior. Si no me pagas esta noche te denunciaré y estarás en la calle en una semana le contestó Horacio que sin dar mas explicaciones dio media vuelta y salió dando un portazo.


- Maldito idiota dijo en voz alta David sabiendo que no le escucharía.


Con la mente en Horacio salio hacia su trabajo cogiendo el autobús.  En media hora estaba en el supermercado. En la puerta vio a María que le esperaba,  pensó que estaría allí arrepentida de haberle dejado y vendría a implorarle perdón, aunque se haría de rogar, sabía que la perdonaría.


- Ya era hora de que vinieses a trabajar,.Llevo un buen rato esperando así no me extrañaría que te despidan pronto. Quiero que me devuelvas todas mis cosas y ademas exijo una compensación por el tiempo que me has hecho perder estando contigo, le espetó María nada mas llegar a su altura.


- Tu tienes aún  las llaves, puedes ir esta tarde y recoger lo que quieras contestó David totalmente decepcionado.


- Bien, siempre seras un calzonazos, menos mal que he encontrado a un hombre de verdad que me hace feliz, idiota.


David, entró en el supermercado. Se dirigió a los vestuarios mirando a su alrededor para ver si algún compañero había escuchado la conversación con  María. Sentía vergüenza por la situación. Se cambió rápidamente enfundándose una bata de un blanco impoluto acercándose a la carnicería saludó a Roberto el encargado.


- De nuevo llegas tarde David, maldita sea no voy a tener mas remedio que dar cuenta. Un día de estos  estoy seguro de que te despedirán ,  eres un idiota empedernido, mira que te lo vengo avisando.


Sin decir palabra David pensó en su situación, casi sin casa, sin mujer, el trabajo en el aire, las perspectivas no eran nada halagüeñas. Maldijo a todos y a todo  entre dientes. A las nueve de la noche salia del supermercado con la carta de despido en la mano. No se sentía decepcionado ni contrariado solo pensaba que no quería vivir. Estaba cansado, la vida no le traía nada bueno.


Llegó al apartamento subiendo las escaleras sin hacer apenas ruido para evitar que Horacio le escuchase. Soltó las llaves sobre el cenicero y se derrumbó en el viejo sillón, cabizbajo, hundido. Levantó los ojos y vio la caja de madera, tomándola  entre sus manos apretó el circulo de la cruz . Tomó el muñeco entre sus manos lo miró, en ese momento David se hundió definitivamente, apretó al muñeco contra su pecho y comenzó a llorar en silencio.


Había perdido la noción del tiempo no sabia cuanto tiempo estuvo sentado en el sillón. La luz del sol entraba por las rendijas del balcón. Un rayo de luz iluminaba la cara del muñeco lo que le conferia un aspecto que sobrecogió a David.  Abrió el mueble de la cocina sacando  una botella de Bourbon se lleno un vaso y de un solo trago se lo tomó, lo llenaba de nuevo cuando llamaron a su puerta, pensó de inmediato en Horacio y el alquiler. Abrió la puerta , su sorpresa fue mayúscula, un capitán del ejercito sin dejarle hablar le conminó.


- Donde está María, ayer dijo que vendría a por sus cosas y no ha vuelto a casa.


- ¿María?, no se si  ha estado aquí, la vi ayer en el supermercado por la mañana, pero sus cosas, creo que están en el armario, contestó David abriendo el armario; Como veras toda su ropa está aquí, por lo que deduzco que no habrá venido, yo llegue tarde y me dormí rápido.


El militar daba vueltas por el apartamento como buscando alguna señal de su amante, buscando algún indicio que le permitiera saber donde estaba.


- Espero que no le haya pasado nada y espero que no le hayas hecho algún mal, dijo el capitán en las mismas narices de David de forma amenazante, dicho lo cual abandonó el apartamento de un portazo.


David, recordó en ese instante que tenia que pasar por el  Supermercado para  recoger el cheque de la indemnización por el despido. Se aseó y bajando las escaleras observó que en la puerta de Horacio un policía hablaba con su hija.


-  Señora dice que no ha aparecido su padre desde ayer, eso todavía no se puede denunciar; deje que pasen al menos 24 horas, ya verá como aparecerá, seguro que habrá salido por su voluntad.


- No, no, mi padre hubiese avisado, no es normal, esperaré como me dice pero repito, no es normal en mi padre.


David no quiso entrometerse y se dirigió hacia el supermercado con un sentimiento de vacío interior, no esperaba perder su trabajo. A sus cincuenta años no tendría muchas mas oportunidades. Llegó al supermercado saludando al guardia de seguridad, se encaminó a la oficina, donde le entregaron su cheque, sin mas palabras. David quiso pasar por la carnicería a despedirse de sus compañeros, al llegar estaban Jan y Lucas hablando con la chica de la pescadería.


- Es muy extraño, hemos llamado a su casa y su mujer nos dice que anoche no fue a dormir, que yo recuerde es la primera vez que falta al trabajo.


- A quien os referís inquirió  David.


- Al déspota del encargado,  a Roberto, siempre echándonos en cara nuestra falta de compromiso con el trabajo y mira, no solo  no aparece por el trabajo, sino que ayer no apareció por su casa, increíble.


David fue despidiéndose de todos, y con el cheque en el bolsillo volvió a casa. Pensaba que sería de su vida a partir de ese momento.Cogió de nuevo la botella y se sirvió otra copa mientras abría la caja del muñeco. Tomó el libro de piel entre sus manos y comenzó a hojearlo, retratos antiguos, fotografías de diferentes hombres y mujeres. Continuó pasando hojas, mientras saboreaba el Bourbon, de pronto el vaso se le cayó de entre los dedos En su cara tenia dibujada  una expresión de absoluta sorpresa.


- María...., Horacio.... Roberto........., el encargado,  en una pagina del libro estaban la fotografías de los tres, a continuación el resto del las paginas estaban en blanco.


- Dios mio........ exclamó David con los ojos muy abiertos por la sorpresa  mirando, al muñeco de porcelana, que parecía sonreír,


Esa noche en el puente de la bahía un hombre solitario caminaba por el pequeño arcén, justo al llegar al centro del puente levantó una caja de caoba negra y la arrojó al mar....... 











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