jueves, 19 de noviembre de 2015

El juez




La mirada del juez Marquino no dejaba lugar a dudas. Estaba realmente cabreado. La mañana no empezó bien. Jasan le había abofeteado. Desde que se enteró de la infidelidad  con su mejor amiga, los días se hicieron eternos. Primero los llantos, después la indiferencia y esa mañana Jasan estaba realmente agresiva. Bajó a la cocina y sin mediar media palabra soltó una bofetada a su marido. De inmediato la taza de café cayó con un ruido estridente en el suelo de la cocina.

- Cabrón de mierda, veinte años para este final.

El juez Marquino bajó la mirada tomo el maletín y poniéndose la chaqueta se dirigió a la puerta principal, no quería discutir, le molestaban las discusiones eternas, sin salida, sin control.

En cinco minutos comenzarían las vistas preliminares. El Juez escribía nerviosamente sobre un papel en blanco, miro a la sala, estaba vacía. Le gustaba ver así la sala. Nunca quiso que la gente entrara al juzgado antes que el,  le gustaba decir que el  era un servidor público, y el público nunca debía de esperar. Los asistentes entraban en un silencio solo roto por pasos apresurados y por los siseos de los dos agentes que custodiaban la sala. Primero el publico, después el acusado entraba entre un silencio que inspiraba  respeto.

Entre una somnolencia monótona, el juez Marquino escuchaba la letanía del oficial del Juzgado, primer caso , el estado contra Whana Tussray. Miró a la acusada que le miraba a los ojos con insistencia , con cierto descaro, un descaro tan directo que hizo que el juez se sintiera incomodo por un instante. Había algo en su rostro que le parecía familiar, le recordaba a alguien, pensó. Con cierto nerviosismo  tomo el pequeño martillo de madera e inconscientemente lo soltó, provocando un golpe repentino que hizo que todas las miradas se dirigiesen al estrado.

Fiscal y abogado defensor desgranaban sus argumentaciones. El caso consistía en el asesinato del marido de la acusada en un arranque de celos al tener pruebas fehacientes de su infidelidad. El fiscal aportaba prueba tras prueba y la defensa monótonamente intentaba descalificar testigos y pruebas.

Marquino era conocido en los juzgados con el sobrenombre del "Implacable", raramente un acusado salía con una condena pequeña de su juzgado. Siempre buscaba y encontraba motivos para una condena a veces casi feroz. El juez escuchaba cansinamente, en ese momento pensó le quedaban cinco años para retirarse. Volvió a mirar a la acusada que le sonreía casi descaradamente. No pudo evitar retirar la mirada. Tomo el bolígrafo y empezó a garabatear mecánicamente. De pronto su mente despertó. La acusada era Whana Speedheart de soltera, Whana la chica mas popular de la universidad. A la mente del juez retornaron los tiempos de estudiante, alcohol y algún que otro  cigarrillo de marihuana.

Dios, no podía ser, pero si, era ella, la chica con la que perdió su virginidad en aquella fiesta loca en casa de Martin el pelirrojo. Su gran amor de juventud. Miró el expediente y encontró el nombre de soltera de Whana. No había duda era ella. Fue un curso maravilloso, y Whana, Whana era simplemente espectacular,  sus pechos eran famosos en el campus. No había hombre o mujer que no volviese la vista para mirarla  cada vez que ella pasaba. En el siguiente curso Whana ya no volvió a aparecer por la universidad, los rumores dijeron que se había casado, otros que se había marchado al extranjero, otros simplemente lamentaban que ya no les alegraría la vista.

A partir de ese instante la actitud de Marquino fue mucho más proactiva en el juicio. Preguntaba al fiscal sobre las pruebas existentes, incluso llegó a recriminarle que presentara alguna prueba circunstancial o que tal o cual investigación estaba incompleta. El propio abogado defensor, un jovenzuelo recién salido de la universidad algo atolondrado, se percató del cambio.

Whana ya sabía que Marquino la había reconocido. Sus ojos buscaban los del juez que evitaba en lo posible mirarla. Unas pequeñas lágrimas corrieron por sus mejillas que rápidamente fueron enjugadas por el pañuelo que tenia en las manos desde que entró en la sala y se sentó en el banquillo de los acusados.

- Sr. Fiscal, alega que la Sra. Tussray mató a su marido en un arranque de celos y me presenta solo pruebas circunstanciales y ningún testigo. Solo aporta  el informe de un psicólogo que atendió a la Sra. Tussray en el que se indica que la acusada en un estado de celos, probablemente, golpeó a  su marido con el atizador de la chimenea. Y la defensa alega que fue el marido el que golpeó a la Sra. y por ello la esposa al defenderse golpeó al marido que cayó contra el mueble escritorio causándole la muerte.

- Tiene algo más que presentar, Sr. Fiscal.

- Señoría aportamos una conversación telefónica grabada por el Sr. Tussray diez días antes de la noche de autos, en la que su esposa le insulta y le amenaza por haberle engañado con su secretaria. En la misma grabación se oye a la acusada  decirle a su esposo que  merece la muerte y que le matará.

- Protesto señoría esa prueba la desconoce la defensa, entendemos que no debe admitirse.

- Señoría ha sido un documento de ultima hora que desconocíamos que existía. Ayer mismo los técnicos de la policía lo hallaron  en el teléfono de la victima.

- Escuchemos esa grabación- dijo Marquino-.

El oficial del juzgado puso en marcha el equipo de sonido.

- Si, dígame.

- Maldito cabrón de mierda ahora lo tengo claro me engañas con tu secretaria. Te he visto a las puertas del Motel Pensacola y vi como la besabas al despedirte, tengo las fotos.

- Whana, estas equivocada debe de tratarse de un error.

- No me trates encima como una idiota. Se ve claramente que eres tu, ten al menos la dignidad de reconocerlo. Ya que has tenido la valentía de engañarme al menos ten la hombría de reconocerlo, aunque yo me río de tu hombría.

Después de un silencio la conversación continuaba.

- Pues si, te engañe y la verdad es que me gustó y seguiré haciéndolo cada vez que me apetezca.

- No vuelvas a casa, pondré tus cosas en la puerta. Puedes venir a recogerlas el sábado. No intentes entrar porque cambiaré la cerradura y si entras te mataré.

- Tú no tienes cojones de hacer eso. Entraré en mi casa cuando me apetezca y tu te aguantarás. Ni te imaginas lo que te haré como cambies la cerradura.

- Hijo de puta.......

Ahí acabo la grabación. El abogado defensor de inmediato manifestó de nuevo su protesta.

- No ha lugar, aunque si hay que recriminar a la policía su falta de diligencia para analizar el contenido del teléfono.

- ¿Alguna cuestión más?- inquirió el juez a las partes que negaron con la cabeza-

- Pues bien después de escuchar a las partes tengo que manifestar mi sorpresa al representante de la acusación. Hace muchos años que ningún fiscal ha presentado un caso con mayor número de pruebas circunstanciales en mi juzgado. Acusa a la Sra. Tussray  de la muerte de su marido. No presenta ningún testigo y espera que se juzgue a una persona por una cinta en la que se amenaza de muerte al marido, y en la misma cinta es el propio marido el que también amenaza a la esposa. Las pruebas no permiten determinar si la discusión y la agresión es comenzada por la esposa o por el marido. Donde el ministerio fiscal ve un asesinato, puede encajar defensa propia ante un ataque inesperado. No hay pruebas en un sentido o en otro. Solo las manifestaciones de la única testigo, la Sra. Tussray y es el Ministerio Fiscal el que ha creado un caso de asesinato por celos con pruebas cogidas con pinzas.

- No puedo admitirlo a tramite, al caso queda sobreseído, en mi opinión se trata de un caso de defensa propia ante un ataque del marido, en tanto no existan pruebas en contrario. La Sra. Tussray  debe de quedar en libertad de inmediato.- Dijo el juez golpeando al unísono con el mazo.

En ese momento Marquino miro a los ojos de Whana. Vio como sus ojos agradecían la decisión del juez. Una leve sonrisa, casi imperceptible se dibujó en los labios del juez que rápidamente abandonó la sala.

Después de varios juicios mas, el Juez Marquino abandonó el edificio de los juzgados. Volvía a casa andando, le gustaba dar un paseo, aparte de no tener demasiadas ganas de volver a casa y volver a la discusión con Jasan. Iba pensando en Whana. En su fuero interno sabia que su decisión se había visto influenciada por el pasado.

- Hola Stepy.

Ese nombre, hacia mas de treinta años que nadie le llamaba así, solo en la universidad y un círculo muy reducido le llamaba así. Supo que Whana estaba allí esperándole. Sentada en un banco del parque parecía una aparición del pasado. Marquino miro nervioso a un lado y otro del sendero solitario del parque.

- No te preocupes no tardare en marcharme.

- Whana, hace tantos años, que fue de ti, ¿porque dejaste la universidad?.- Las preguntas se amontonaban en la boca del juez.-

- Ya no importa demasiado, tuve que dejar la universidad para ayudar en casa, mi padre abandonó a mi madre y fui a ayudarla con el negocio familiar. El tiempo y la distancia hicieron el resto.

- Intenté localizarte, te mandé varias cartas a la dirección que había en el instituto, pero nunca obtuve respuesta. Entendí que no querías saber nada del pasado. Y hoy el pasado ha venido a mi juzgado.

- Tuve que casarme, nunca le quise, pero las circunstancias me obligaron a ello, y tu has visto el final. Quiero darte las gracias. Sin tu intervención mi vida hubiese acabado en la cárcel. He podido comprobar que cumples con tus promesas aún poniendo en riesgo tu carrera.

- ¿A que promesa te refieres?

Con una sonrisa en los labios Whana contestó.

- La noche que nos amamos por primera y única vez me susurraste al oído , unas palabras que aún resuenan en mi cabeza y que en aquel momento pensé que eran fruto del momento de placer.

* Siempre te amaré, aunque la vida nos separe*

- Me equivoqué. Después de treinta años, veo que eres un juez duro e implacable, pero que nunca olvida sus palabras.

Rápidamente Whana se acercó y le besó en la mejilla. Un beso que al juez le transportó al pasado.

- Adiós Stepy.


Whana en un instante, sin darle tiempo a reaccionar tomó el sendero que conducía a la salida del parque. El juez notó como sus ojos se humedecían. La silueta de Whana dibujada en el camino de salida caminando hacia la puesta de sol desapareció poco a poco. Por segunda vez desaparecía de su vida. En silencio Marquino tomó el camino de vuelta a casa.




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